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Foto del escritorElvis Flores

A PROPÓSITO DE LA SALIDA DE LOS NIÑOS: ¿ANSIEDAD DE QUIÉN?

Actualizado: 14 may 2020

No soy un experto en salud mental y, a estas alturas, no pretendo serlo. Pero, he leído algo y gracias a mi derecho a participar en los asuntos públicos de mi país, me permito hacer las siguientes reflexiones respecto a la posibilidad de que los niños salgan de sus casas, acompañados de sus padres, a partir de la siguiente semana.


La medida, sin duda es polémica y, finalmente, su acatamiento dependerá de la decisión de cada familia de preservar o no la salud y seguridad de sus integrantes, pues no se está obligando a que se saque a los niños, sino que se da esa posibilidad en caso de que la familia lo considere necesario. Sin embargo, teniendo en cuenta la idiosincrasia de las personas, que esperan una pequeña ventanita para sacarle la vuelta a la ley, es fácil imaginar la avalancha de gente transitando por el vecindario a partir de la siguiente semana.


Pero, “los niños saldrán con restricciones”, se afirma, y “confiamos en el buen criterio de los padres”. ¿El buen criterio de quiénes?, ¿de los que respetaron la cuarentena o de los que salen por necedad? El buen criterio dice que debemos permanecer en casa, pero ya se ha visto cómo transitan las personas en las calles; el buen criterio dice que mantengamos la distancia social, pero las aglomeraciones continúan y hasta los “caminantes”, que se comprometieron a respetar su aislamiento, juegan fulbito y hasta se embriagan en sus propios centros de confinamiento; el buen criterio dice que usemos mascarilla, pero la mayoría la usa como vincha o chalina y algunos ni la llevan. ¿De qué buen criterio se habla?, ¿podrán los padres que incumplen las reglas convencer a sus hijos de que las cumplan?


“Habrá control para el cumplimiento de la medida”, se insiste. ¿Se está hablando del mismo control que actualmente existe en las calles, en los mercados, en los bancos, en el transporte público? Ya hemos visto cómo la policía y las fuerzas armadas hacen denodados esfuerzos, pero no es suficiente. Y aun cuando se intente hacer algún control, ¿se podrá controlar que los niños solo salgan media hora?, los padres dirán “recién salimos”; ¿se podrá controlar los 500 metros de distancia?, los padres dirán “vivimos a la vuelta”; ¿se podrá controlar que solo salga uno de los padres?, saldrán los dos y dirán “somos vecinos”.


Se argumenta también que los niños no soportan el encierro y que pueden tener mucha ansiedad. Esto es relativo, depende mucho de las relaciones familiares, de la situación socioeconómica, del lugar donde se vive, pero, sobre todo, del afecto que haya entre los integrantes de la familia. De hecho, habrá algunos niños que prefieran quedarse en casa a jugar con sus padres o hermanos a salir donde no podrán hacer casi nada. ¿Acaso no será frustrante para un niño salir a la calle y no poder jugar con los amigos que encuentre, o que no lo dejen sentarse en una banca o jugar en el parque o rodar su pelota o pasear en patines?, ¿para qué, entonces, sale a la calle?


Por otro lado, ¿era absolutamente necesario que a una semana del final de la cuarentena se tome esta decisión? Que yo sepa, no ha habido presión de la ciudadanía para que los niños salgan, como sí hubo en otros casos y, a pesar de eso, no fueron atendidos. ¿Que los expertos en salud mental lo recomiendan?, ¿y por qué mejor no se acudió a los expertos para que orientaran sobre cómo lograr que los niños superen su “ansiedad”? Pero, otros expertos también han recomendado evitar la relajación de las medidas de confinamiento para los niños, por ser altamente riesgoso, debido a que son asintomáticos y pueden contagiar a un alto número de personas sin que siquiera nos demos cuenta. Además, habría que ver lo que sucedió en España, donde el número de niños contagiados se incrementó en 30 % al permitir su salida.


Sin duda, si es que no somos capaces de crear un ambiente favorable para que los niños se sientan bien en casa y “soporten” ocho días más en ella, puede ser un signo de fracaso en nuestras relaciones interpersonales. Y esto puede darse, porque en situaciones “normales” los hijos solo nos ven por las noches y no sabemos lo que pasa con ellos durante el día, no estamos enterados de sus juegos, de sus preocupaciones, de sus intereses, de sus ansiedades (recién hoy nos preocupamos por ello). Creo yo que esta es una oportunidad invalorable para aprender a vivir en familia, para que los niños gocen de la presencia de sus padres. Estar juntos es un regalo que nos ha dado la vida y hay que aprovecharlo.


En mi familia, en ejercicio de nuestro libre albedrío, hemos decidido no exponer a los niños ni a los demás integrantes de la familia y evitaremos salir de casa innecesariamente. Gozaremos una semana más de estar todos en familia y te invito a que tú hagas lo mismo. No va a suceder una catástrofe si los niños se quedan en casa unos días más, pero sí nos arriesgamos a perder a alguien de la familia si bajamos la guardia. En otras palabras, no hemos nadado tanto para decidir morir en la orilla. Es hora de que nos reinventemos como familia y encontremos formas de entretenernos: inventemos juegos, hagamos ejercicios, toquemos algún instrumento, narremos cuentos, leamos libros, veamos películas, letremos la casa, realicemos experimentos, etc.


Finalmente, si te apena que los niños estén “encerrados” por unos días en casa, terminando la emergencia sanitaria, deberías comprometerte a hacer una campaña para que los peces atrapados en las peceras vuelvan a los ríos o mares, para que los pájaros enjaulados recobren su libertad de volar, para que los felinos de los circos o los animales de los zoológicos sean devueltos, por fin, a su hábitat, pues ellos sí están realmente ansiosos y estresados debido a que los hemos condenado a un confinamiento sin salida y de por vida.

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