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  • Foto del escritorElvis Flores

EL SIGLO DE LOS CAMBIOS CURRICULARES

El currículo escolar está en la mira. En realidad, siempre está en la mira, porque cada vez que se cambia de gobierno y hasta de ministro de educación, lo primero que se cuestiona y se desea cambiar es el currículo. Se cree erróneamente que, cambiando ese documento por otro, el mejoramiento de la calidad educativa llega por añadidura. Desde fines del siglo pasado hasta hoy he presenciado un largo desfile de propuestas curriculares, paradójicamente elaboradas casi por los mismos equipos, de los cuales en algún momento formé parte, lo confieso. Recuerdo que en 1997 se lanzó la Nueva Estructura del Sistema Educativo Peruano, en el que se incorporó al Bachillerato, como un nivel intermedio entre la educación secundaria y la superior, y cuya implementación culminó el 2001. A partir de entonces, el currículo escolar ha sufrido innumerables modificaciones, en el supuesto de que los problemas de la educación se reducen a simples cambios curriculares. Así, cada gobierno y, en el peor de los casos, cada administración ministerial ha tratado de dejar su propio “sello”, sin haber afrontado realmente el meollo del asunto. Por ello es que seguimos arrastrando los mismos problemas de inicios de siglo y, los más afectados, en realidad, son los maestros, quienes, ni bien empiezan a entender la lógica de un currículo, son obligados a cambiar de discurso con “nuevas propuestas curriculares” que, a veces, solo llaman de otro modo a lo que ya se venía realizando.


Un breve recuento sobre los cambios curriculares de los últimos años nos da una idea

de la facilidad con que se pasa de una propuesta curricular a otra. En el 2002 se lanza el currículo de la Nueva Secundaria, cuya versión se reajusta el 2003 con el currículo de la Nueva Secundaria (segunda etapa). Paralelamente al currículo de la Nueva Secundaria se implementó el “Currículo en construcción” liderado, en aquel entonces, por el Dr. Wálter Peñaloza. El 2004 se inicia con la implementación del Diseño Curricular Básico de la Educación Secundaria (DCB) que, a duras penas, se implementa hasta el 2005, pues en este mismo año se inicia la elaboración del Diseño Curricular Nacional de la Educación Básica (DCN). Este documento tuvo varias versiones, pues se fue construyendo por etapas y recién se implementa en su totalidad el 2009. Es el que tuvo más tiempo de vigencia; sin embargo, hacia el 2013 se publican las Rutas de aprendizaje que, se concibieron como orientaciones sobre cómo desarrollar las competencias en los estudiantes, pero que, poco a poco, fueron cambiando la versión inicial del DCN, a tal punto que el 2015 fue modificado mediante la RM 199. Simultáneamente, desde el 2014, se empezó a construir el Marco Curricular Nacional (MCN), anunciado con bombos y platillos, pero, que una vez terminado, no llegó a implementarse, pues tuvo que ceder su lugar al Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB), que fue aprobado el 2016, pero cuya implementación empezó el 2017 en instituciones educativas focalizadas de educación primaria. Luego, la implementación se extendió a primer grado de secundaria y, posteriormente, a segundo grado. Cuando recién se había generalizado a toda la educación básica nos sorprendió la pandemia, o sea que, de tercero a quinto grado, la implementación del CNEB tendrá algo de dos años, y de manera muy irregular.


Este año, en su mensaje a la nación del 28 de julio y en posteriores declaraciones, el presidente Pedro Castillo ha anunciado una “nueva currícula” para que “nuestros hijos se conozcan a sí mismos, a sus regiones, las riquezas y entiendan su propia realidad” (Gestión, 14/8/2021). Esta misma publicación recoge las siguientes palabras del jefe de Estado: “Prioricemos la educación de nuestros hijos, vamos a reinsertar a la currícula las asignaturas que nos quitaron, como la educación cívica, filosofía, economía política y otros cursos, para que nuestros hijos no sean víctimas de chantaje, sino sean críticos y aporten al país”. Por su parte, el ministro de educación, Juan Cadillo, también ha declarado que se harán reformas curriculares para que los estudiantes aprendan a resolver problemas (El Peruano, 9/9/2021). Son las únicas pistas que tenemos al respecto, por eso es que solo queda especular. Habría que preguntarse, por ejemplo: ¿la sola incorporación de cursos convierte a los estudiantes en críticos o evita que sean chantajeados?, ¿el actual currículo no permite que los estudiantes sean críticos y resuelvan problemas?, ¿no será preferible potenciar la formación inicial y permanente del magisterio con estrategias que les permitan desarrollar en los estudiantes esas habilidades de orden superior? Esperemos que en los próximos días haya más precisiones para tener una idea más formada sobre el asunto. Mientras tanto, los maestros nos prepararemos para seguir ejercitando esa ilimitada capacidad para desaprender enfoques, modelos, definiciones clave y demás categorías que trae consigo todo cambio curricular.

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